Ya hemos hablado de género y movilidad en este enlace como ves en este enlace . Hoy volvemos a hacerlo de la mano de Paula Fraile, consultora de movilidad sostenible.
Por qué el género sí importa
El Foro Internacional de Transporte de la OCDE ha concluido que “el género es uno de los determinantes más sólidos de la elección del transporte”, por encima incluso de otros como la edad o los ingresos ( ITF, Ramboll Smart Mobility, 2021).
Y es que, al contrario de los que muchos creen, el transporte y la movilidad no son neutrales en cuanto al género, existiendo desigualdades en varios aspectos. El Instituto Europeo de Igualdad de Género, en su Informe “Género en el transporte”, señala como las principales desigualdades de género que se producen en el sector del Transporte a las siguientes:
- Vacíos en el acceso a las infraestructuras de servicios de transporte: los sistemas de transporte existentes no están orientados a las necesidades de las mujeres. La mayoría de los sistemas de transporte del mundo están orientados a las necesidades de desplazamiento de los hombres.
- Segregación en el mercado laboral del sector: a pesar del aumento de la participación de las mujeres en el mercado de trabajo en todos los sectores, el sector del transporte sigue siendo uno de los más desiguales en cuanto a la participación de la mujer. En el contexto de la UE apenas alcanza el 22%. Además, es un mercado segregado donde predominan los hombres como conductores/pilotos u ocupaciones con carga física, mientras que las mujeres predominan en los puestos de trabajo relacionados con los servicios y la administración
- Ausencia de la mujer en la toma de decisiones: los hombres siguen predominando en la toma de decisiones en el sector del transporte. Según el estudio “El empleo de las mujeres en el sector del transporte público urbano” la proporción de mujeres en los consejos de administración es inferior al 20%. Hay una participación desequilibrada de mujeres y hombres en la planificación y en la toma de decisiones de las políticas.
- Violencia contra las mujeres en el transporte: los servicios de transporte público a menudo no cumplen con las medidas de calidad, seguridad y comodidad que requieren los diferentes grupos destinatarios, como las mujeres, las personas con discapacidad, personas ancianas, los niños y las niñas.. Concretamente, en lo que respecta a la seguridad hay que considerar que las mujeres están más expuestas que los hombres a la violencia cuando utilizan medios de transporte como autobuses o taxis, lo que limita la movilidad de las mujeres y su uso.
Como consecuencia de estas desigualdades los hábitos de mujeres y hombres frente a la movilidad son distintos (Ramboll Smart Mobility, 2021):
- Las mujeres caminan más que los hombres.
- Las mujeres usan el autobús y el metro significativamente más que los hombres.
- Los hombres conducen automóviles significativamente más que las mujeres.
- Las mujeres son significativamente más pasajeras en un automóvil.
- Los hombres andan en bicicleta significativamente más que las mujeres.
- Los hombres manejan motocicletas significativamente más que mujeres.
- Los hombres usan nuevos servicios de movilidad más que las mujeres.
Sin embargo, en el ámbito del transporte se ha venido trabajando con un enfoque de “planificación para todos”, aproximación que beneficia claramente a los hombres (Ramboll Smart Mobility, 2021).
Las investigaciones muestran que cuando el género no es explícitamente parte del proceso de planificación a través de la incorporación de la perspectiva de género, es más probable que inconscientemente las soluciones beneficien principalmente al llamado estándar masculino, al hombre estándar, más que a las mujeres.
A esto cabe añadir que las diferencias estructurales de género influyen en el transporte y la movilidad. Así, las diferencias de género que vemos en el transporte y la movilidad no están solas, y reflejan, y están vinculadas, a varias de las desigualdades de género estructurales que aún vemos en la sociedad, como son:
- La brecha de poder de género
- Brecha de género en la participación laboral
- Brecha salarial de género
- La brecha del permiso parental
- La brecha del trabajo de cuidados no remunerados
Vamos a destacar tres aspectos clave que en los que trabajar para revertir esta situación: la movilidad de los cuidados, la brecha de datos de género y la ausencia de mujeres en los procesos de planificación de la movilidad.
La movilidad de los cuidados
El concepto “movilidad de los cuidados”, surgió en 2009 impulsado por Inés Sánchez de Madariaga, arquitecta urbana española profesora de la Universidad Politécnica de Madrid. Esta aproximación a la movilidad reconoce la necesidad de evaluar y hacer visibles los desplazamientos asociados con el trabajo del cuidado, entendiendo este como aquel trabajo no remunerado realizado por adultos, destinado a los niños u otras personas dependientes, incluyendo el relacionado con el mantenimiento del hogar (acompañar a menores al colegio, a sus actividades extraescolares, al médico, hacer la compra alimenticia o compras ligadas a la gestión de la familia y la casa, visitar y acompañar personas dependientes, enfermas o mayores, etc.). Estas actividades del cuidado, en su mayoría no remuneradas, “implican viajar a lugares específicos de la ciudad, a horas específicas del día, utilizando los sistemas de transporte disponibles, bajo ciertas condiciones de precio, ergonomía y seguridad. Es importante destacar que, para muchas personas, además, deben combinarse y compatibilizarse con el empleo remunerado. Los viajes que implican todas estas actividades pueden ser bastante difíciles, largos y complicados” (Sánchez de Madariaga y Zucchini, 2020).
Las mujeres todavía supervisan el 75% del trabajo de cuidado no remunerado en el mundo, lo que resulta en que las mujeres, en mayor medida que los hombres, acompañan a los niños y hacen las compras.
Si bien en la planificación del transporte actual se apuesta por el diseño de una oferta de sistemas de transporte concebidos para los viajes relacionados con el trabajo, la movilidad de los cuidados es, probablemente, el espacio científico que más está influyendo en la elaboración de las políticas de movilidad sostenible desde una perspectiva de género. Así, la reconfiguración de la planificación del transporte para atender la movilidad de las personas encargadas de los cuidados, requiere un cambio fundamental: la movilidad de los cuidados implica un enfoque geográfico local.
La brecha de datos de género
Si bien la literatura científica identifica claramente patrones diferentes de movilidad entre hombres y mujeres asociados a sus roles sociales, estos datos no forman parte sustancial de la organización de los sistemas de transporte. Así, los datos de género sobre el comportamiento de viajes, los viajes, las necesidades y las preocupaciones en materia de movilidad rara vez se recopilan, analizan y utilizan sistemáticamente al desarrollar políticas o planificar y diseñar sistemas y soluciones de transporte y movilidad. Esto se conoce como la “brecha de datos de género” en el sector del transporte y la movilidad.
En muchas encuestas de movilidad no se tienen en cuenta los desplazamientos más cortos peatonales, y en otros modos de transporte no motorizados, por no considerarse pertinentes para la formulación de políticas de infraestructuras. Dado que las mujeres caminan más tiempo, recorren más distancias y encadenan desplazamientos (siendo al menos uno de los recorridos a pie) esta marginación de los desplazamientos no motorizados les afecta más y aumenta la brecha de datos, lo que repercute en que las necesidades de las mujeres no son incluidas en la planificación.
De forma general, todos los desplazamientos relacionados con el trabajo remunerado se agrupan en una sola categoría, mientras que el trabajo de cuidados se subdivide en categorías más pequeñas, como “ir de compras”: el desglose por sexo no existe pero está encubierto. En la mayoría de los casos, los desplazamientos por cuidados son los mismos que los desplazamientos por motivos laborales, y si se realiza el desglose por sexo se puede comprobar como los primeros son los desplazamientos prioritarios para las mujeres y los segundos son prioritarios para los hombres. Si se desglosaran todas las encuestas de viajes, los planificadores se verían obligados a tomarse ambos desplazamientos con la misma seriedad (Criado Pérez, 2020).
Ausencia de mujeres en los procesos de planificación
Como ya se ha apuntado anteriormente, el sector laboral del transporte está fuertemente dominado por hombres. En España, el ministerio en el que hay menos mujeres trabajando, ya sea en cargos políticos como en técnicos, es el del Transportes (Sánchez de Madariaga, 2020). La escasa representación de las mujeres tanto entre los responsables de la toma de decisiones como en investigadores, planificadores, ingenieros y diseñadores del sector, implica un sesgo inconsciente hacia la consideración de las soluciones de transporte con una visión masculina: los hombres, que planifican y toman las decisiones, están sesgados por su experiencia personal.
En España, el anteproyecto de Ley de Movilidad Sostenible es sensible a algunas cuestiones de género, y entre ellas señala la menor presencia de las mujeres en el sector transporte, a pesar de su progresiva incorporación tanto en puestos productivos como de dirección. Esto implica, una necesidad de identificar los factores que inciden en la mayor masculinización del sector para poner en marcha los recursos y análisis que corrijan la situación, rompan estereotipos y generen un aumento del interés y la participación de las mujeres.
Así, la ley establece la constitución de una Sección Transversal de Formación y Capacitación que contará con el fomento de la adopción de medidas que ayuden a promover un cambio en la cultura empresarial de cara a que el sector del transporte sea más abierto a las mujeres: incorporar obligaciones en materia de igualdad en las empresas, realizar cursos de formación sobre igualdad en los equipos directivos, auditorias de género, fomentar políticas de conciliación que faciliten la incorporación de las mujeres al sector y campañas de concienciación (MITMA, 2022).
Necesitamos recordar que las mujeres constituyen la mitad de la población, las mujeres no son un nicho, una desviación a la norma, ni una minoría. Por tanto, la mitad de la población mundial se mueve de forma diferente y sin embargo las políticas y las infraestructuras son iguales para todos. Para crear verdaderamente una movilidad mejor y más sostenible para todos, necesitamos crear conciencia y arrojar luz sobre las diferencias de género en los patrones de transporte y las preferencias de modo.