En el 2007 la Organización Mundial de la Salud lanzó el concepto de “Ciudad Amigable” con la idea de crear entornos que inviten a la población a disfrutar de espacios verdes donde convivir e interactuar con los demás, y que además las conviertan a dichas ciudades en lugares respetuosos con el medio ambiente.
Muchas ciudades ya trabajan en este concepto, aunque todavía queda mucho por hacer. En este post os dejo 3 ideas al alcance de todos para hacer de nuestras ciudades el mejor sitio para vivir. Para ello, me he nutrido de una intervención de David Sim, socio y director creativo de la firma danesa Gehl Architects, para el proyecto Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles.
- Mejorar el espacio público
Si miras cualquier ciudad con perspectiva, podrás comprobar que existe una especie de circuito imaginario que une diversos espacios públicos. Si se lograra conectar todos esos puntos de una manera real, el resultado será la creación de un anillo verde de espacios públicos accesibles a todas las personas, permitiéndoles disfrutar de toda una serie de experiencias físicas y culturales en la naturaleza dentro de la urbe.
Se trata de ir haciendo pequeñas conexiones entre los diferentes espacios verdes para que dejen de ser zonas aisladas y pasen a transformarse en una verdadera red de espacios públicos dentro de la ciudad. Para ello, es preciso que el diseño y la planificación urbanística cree una ciudad pensada para todos los agentes involucrados.
Ya la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró imprescindibles la presencia de espacios verdes urbanos en las ciudades por los beneficios que aportan en el bienestar físico y emocional, proponiendo que la ciudades deberán cumplir mínimamente con 9 m2 de áreas verdes por habitante, cifra que a su vez la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indica que corresponderán contar con una superficie no menor de 12 m2 de áreas verdes por habitante. Sin embargo, la mayoría de las capitales españolas (el 55% de ellas) carece del mínimo de zonas verdes recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
Es por ello que el éxito radica en que en lugar de hacer un proyecto grande y caro que nadie consigue entender, se hagan intervenciones muy simples que todos entendamos, explicarlo a la gente para que tengan una idea y pedirles feeback. Esto permite interactuar en 3 dimensiones con la idea. Es una forma de trabajar conjuntamente con la infraestructura y con la cultura.
- Promover el uso de la bicicleta
La bicicleta es un sistema de transporte fantástico para hacer una ciudad más amigable y es el sistema más democrático al ser barato, no utilizar energía, no contaminar y ser saludable para todos (quienes la usan y quienes no).
Y aún más importante si cabe, la bicicleta hace que puedas estar viajando junto a otras personas diferentes a ti. No es como el coche, en el que vas completamente aislado del exterior, si no que cuando vas en bicicleta puedes interactuar con otras personas, charlar, etc. ¿Y no es eso practicar la democracia?
- Incluir a los más pequeños en el proceso de planificación
Si educamos a los niños a ser responsables para con el ambiente que les rodea, ellos a su vez educarán a los adultos en el futuro. Ellos serán como la policía al preguntar a sus padres con extrañeza: “Mamá, ¿Por qué no usas el casco si vas en bicicleta?” o “Papá, ¿vas a dejar la basura ahí tirada?”. Por tanto, es fundamental enseñar a los pequeños los buenos comportamientos de una ciudadanía ejemplar, pues ellos cuidarán del resto.
Y tú, ¿vives en una ciudad amigable? Cuéntanos tu experiencia y si crees que las ideas aquí planteadas son útiles o no. Te animo también a compartir otras ideas que puedan contribuir a mejorar las ciudades.