Hoy quiero compartir contigo este artículo que ha escrito mi compañera y amiga Martha Lucía Gutiérrez Echeverri, Secretaria General de la Red SIMUS. Espero que lo disfrutes:
Podemos decir que nos encontramos en urgencia manifiesta todas las ciudades del mundo por los impactos graves y generalizados del cambio climático que amenazan ante el aumento de temperaturas1, pérdida de biodiversidad, intensificación de eventos climáticos devastadores y cambios en los patrones de precipitación que vivimos ya de manera cotidiana en nuestros territorios. La Descarbonización y la electromovilidad se han convertido en dos pilares determinantes para abordar este tremendo reto común que enfrentamos.
En este artículo, exploro la reflexión de qué pasaría en aquéllas ciudades de América Latina y El Caribe que a enero del 2030, no logren avanzar de manera concreta hacia una Descarbonización de sus economías y del transporte público y, qué oportunidades de acción tienen los gobernantes en torno a estos temas, a propósito de los cambios políticos que se están gestando en la región de América Latina y El Caribe, para lograr una descarbonización efectiva y fomentar el uso de vehículos electrónicos.
Radiografía de la hora cero de las ciudades al 2030
Si las ciudades de América Latina y el Caribe no logran avanzar hacia una descarbonización de sus economías y del transporte público para enero de 2030, es claro que enfrentarán graves consecuencias ambientales, económicas y sociales que generarán impactos a la región en general y ponen en vilo la protección del medio ambiente, el bienestar y sostenibilidad de las generaciones futuras. La falta de acción demostrativa y responsable, podría acarrear un aumento en la emisión de gases de efecto invernadero, lo que contribuiría al cambio climático, a la degradación del medio ambiente, al deterioro de nuestras poblaciones y economías. Además, el uso continuo de combustibles fósiles en el transporte público mantendría una dependencia de recursos no renovables, lo que podría tener implicaciones económicas a largo plazo. La volatilidad en los precios de los combustibles fósiles y la escasez futura podrían afectar negativamente a las economías de estas ciudades, haciendo que sean menos competitivas a nivel regional e internacional.
Como siempre destaco en mis conferencias, la importancia de reconocer que cada espacio urbano es único y que cada sociedad se plantea distintas visiones a futuro y la forma de afrontar sus desafíos, pero lo cierto y común a la hora cero para aquellas ciudades que no logren alcanzar la meta de reducción de los gases de efecto invernadero que les permita cumplir con los objetivos marcados en el Acuerdo de París, podrán enfrentar impactos económicos como: i) Reducción de los ingresos provenientes del turismo, ya que muchos visitantes se desplazan en vehículos y podrían optar por destinos con una mejor infraestructura de transporte; ii) Disminución de la inversión extranjera, ya que las empresas podrían considerar que la falta de una fuente de energía confiable es un riesgo para sus operaciones; iii) Incurrir en costos de adaptación, pérdidas económicas por eventos climáticos extremos, disminución de la
inversión y la competitividad, así como impuestos y multas por incumplimiento. Estos impactos económicos pueden tener graves consecuencias para la economía local y la calidad de vida de los residentes.
En cuanto a impactos sociales, por citar algunos:
i) Vulnerabilidad de poblaciones desfavorecidas con mayor riesgo de sufrir los impactos sociales derivados, como el desplazamiento de viviendas o la falta de acceso a servicios básicos como agua potable;
ii) Pérdida de empleos por falta de capacidades técnicas, si las ciudades no se preparan para asumir la transición hacia una economía baja en carbono que conlleva a asumir cambios significativos en la producción y el consumo de energía y servicios;
iii) Desprestigio en el contexto global: El Acuerdo de París es un pacto global para abordar el cambio climático. Si una ciudad no logra cumplir con los objetivos marcados en este acuerdo, puede enfrentar críticas internacionales, ser vista como un actor irresponsable en la lucha contra el cambio climático y podría tener un impacto reputacional negativo en sus relaciones internacionales y de atracción de potenciales inversionistas. Inclusive, podrían perder credibilidad y relevancia en un mundo cada vez más preocupado por la sostenibilidad y el cuidado del planeta.
Frente a los a impactos ambientales
i) Aumento de la mala calidad del aire, congestión del tráfico y tiempos de viaje, ya que habría menos vehículos disponibles para el transporte público por la falta de suministro de combustibles fósiles y las personas se verían obligadas a buscar alternativas de transporte menos eficientes y sostenibles, lo que podría generar un aumento en la contaminación del aire e incremento de muertes prematuras por causa de la mala calidad del aire que afectan la salud y la calidad de vida de la población;
ii) Mayor emisión de gases de efecto invernadero y sus efectos negativos, como el aumento de las temperaturas y los eventos climáticos extremos y catastróficos que vemos cada vez más frecuentes y en aumento;
iii) Pérdida de biodiversidad y deterioro de los ecosistemas debido a la explotación de otros recursos naturales para suplir la falta de gasolina.
Ante esta radiografía, los gobernantes de la región tienen la oportunidad de tomar acciones concretas para lograr una descarbonización efectiva y fomentar el uso de vehículos eléctricos que no solo contribuiría a la protección del medio ambiente, sino también a la creación de una economía más sostenible y competitiva en la región, promoviendo la ampliación de la red de transporte público eléctrico, la implementación de incentivos fiscales para la compra de vehículos eléctricos y el establecimiento de restricciones a los vehículos más contaminantes, trabajar en la creación de infraestructuras de carga para vehículos eléctricos y en la promoción de la energía renovable para su abastecimiento.
Estas oportunidades de acción parten de tener una real conciencia de su importancia y urgencia de actuar e incluir con metas más retadoras y medibles en sus Planes de Desarrollo o de Gobierno, los Planes de Acción Climática que estén en constante revisión y seguimiento, amén de adoptar otras medidas en paralelo que promuevan la movilidad sostenible como el uso de vehículos cero emisiones de carga y pasajeros, mejorar la infraestructura para movilidad personal (bicicletas y peatonal), limitar el acceso de vehículos contaminantes en determinadas zonas de la ciudad, entre otras medidas que permitan:
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Implementarpolíticasyregulacionesquepromuevanlaadopcióndeenergíasrenovablesen el transporte público, instituyendo incentivos fiscales o subsidios para la compra de vehículos eléctricos y la instalación de infraestructura de carga, ya que el tema sobre pasa el pensar que sólo se resuelve con adquirir buses.
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Fomentar la investigación y desarrollo de tecnologías limpias en el sector del transporte, invirtiendo en proyectos de innovación y apoyando a empresas y startups que desarrollen soluciones sostenibles.
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Establecer objetivos, proyectos y metas claras/medibles de reducción de emisiones y de aumento de la eficiencia energética en el transporte público, junto con mecanismos de seguimiento y evaluación para garantizar su cumplimiento.
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Promover la educación y la conciencia ambiental en la sociedad, resaltando los beneficios de la descarbonización y el uso de vehículos eléctricos en términos de calidad del aire, salud pública y desarrollo sostenible.
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Establecer alianzas público – privadas y cooperación regional para compartir experiencias y buenas prácticas en cuanto a políticas de descarbonización y promoción de vehículos eléctricos.
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Definir alternativas ciertas y sostenidas de financiamiento, que podrán ser de nivel público, privado, nacional e internacional y que varían en función del tamaño de cada ciudad. La identificación de fuentes de financiamiento efectivas requerirá un análisis detallado de las necesidades y posibilidades de cada ciudad en particular, pero sin duda este sigue siendo el mayor talón de aquiles que enfrentan los países y ciudades.
La reflexión de los gobernantes también implica considerar los retos y las oportunidades económicas que conllevan la descarbonización y la electromovilidad. Si bien estas transiciones implican costos iniciales, también presentan oportunidades para el desarrollo de nuevas industrias, la creación de empleo verde y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. Su liderazgo político, combinado con la implementación efectiva de políticas y regulaciones, puede marcar la diferencia en la transición hacia una economía más sostenible y resiliente al clima. Solo a través de la acción colectiva y la colaboración internacional, podemos enfrentar este desafío global y trabajar juntos hacia un futuro más verde y sostenible.
1 El informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado en agosto de 2021, destaca que el calentamiento global ya ha alcanzado aproximadamente 1.1 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales y es probable que supere los 1.5 grados Celsius entre 2030 y 2052 si las emisiones de gases de efecto invernadero no se reducen.