Sucre, Bolivia
La Semana Santa pasada estuve con mi mujer 4 días desconectando en la ciudad de Cádiz.
Llevábamos sin ir unos años por la crisis económica, y buscábamos otros lugares más baratos. Pero es sin duda Cádiz, esa tacita de plata y esa playa virgen y urbana a la vez, la que más nos gusta. ¿Y cómo desconecté (por fin)? Pues haciendo lo que me gusta:
- Correr por la playa. Tengo varios recorridos pero dos son mis preferidas:
- Desde la Playa de la Victoria al Cuartel de San Fernando por la misma playa.
- Un clásico que es la vuelta a la ciudad por los paseos marítimos.
- Recorrer el paseo marítimo y el casco Histórico viendo el ambientillo, y disfrutando del mar y descubriendo esos maravillosos rincones que tiene la ciudad.
- Escribir artículos para el blog, y grabando clases para mis cursos online.
- Y por supuesto, disfrutar de la gastronomía gaditana.
Pues sobre esto voy a hablarte ahora y así comparto contigo algunos de esos sitios.
Eso sí, verás que poca carne pues mis largas estancias en Bolivia y a veces en Argentina, cubren el cupo completo por lo que me inclino en las vacaciones por el pescado, las ensaladas y verduras y los arrocitos. Vamos con ello.
El Manteca, un clásico
De ambiente taurino en pleno barrio de la Viña donde te puedes tomar unas cervectias con chicharrones al estilo gaditano. Nada que ver con los de América Latina que suele ser carne frita. En Cádiz es un corte de algo parecido a la panceta o beicon bien fino y macerado con un condimento de limón y especias exquisito.
La Despensa, en el Paseo Marítimo de la Playa de la Victoria
Un descubrimiento de este viaje destacando un maravilloso bacalao, simple, sin esconder en salsas. Cada vez más, si el producto es bueno, prefiero los sabores puros y naturales.
Un arrocito en el restaurante Tryp la Caleta
Llevamos décadas disfrutándolo. Precio razonable y excelente atención. Si hubiera sido verano, quizás nos lo hubiéramos tomado en el chiringuito de la playa que hay justo enfrente o en El Marea, muy popular.
El Ventorrillo el Chato
Y como no, aunque sea para las ocasiones, fuimos a tomar un pescado a la sal exquisito al Ventorrillo El Chato. Dice la leyenda que cuando los franceses invadieron España a principios del siglo XIX, durante la época de Napoléon, y cercaron Cádiz (con la que no pudieron) había una zona neutral, una venta. Allí podían encontrarse los franceses y españoles sin matarse. El restaurante conserva el aspecto de venta y es un auténtico museo. Pero la gastronomía es de lujo, especializada en pescados y arroces y lo lleva uno de los hijos del dueño del famoso Restaurante gaditano de El Faro.
Volví como nuevo aunque ya han pasado unos meses, y me da que necesito “otra ronda”.
Te animo a que disfrutes de Cádiz y que cuentes algunas de sus maravillas.