Francia vuelve a tomar la delantera. El gobierno de Hollande ha lanzado una experiencia piloto para alentar a los trabajadores a acudir al trabajo en bici, las empresas pagarán a sus trabajadores el kilómetro en bici a 25 céntimos, a cambio de reducciones en sus cotizaciones sociales. Vamos, que te pagan por desplazarte al trabajo, en vez de pagar por tú por ir a trabajar. No suena nada mal. La medida forma parte de un ambicioso proyecto de Transición Energética, cuyo objetivo es reducir el consumo de energía al 50% en 2050. Todas las empresas de más de 100 empleados, por ejemplo, tendrán que presentar un plan que promueva el transporte público, el coche compartido o la bicicleta. De aquí a 2030 los particulares recibirán una subvención de hasta 10,000€ si cambian su coche diésel por uno eléctrico. La flota de vehículos públicos y la de las empresas de transportes tendrán que tener al menos un 10% de vehículos eléctricos. Se penalizará con hasta 300,000€ y dos años de prisión la obsolescencia programada (¿Cómo la medirán/detectarán?). Y para enero estaba incluso prevista la prohibición de usar chimeneas, que emiten en una tarde encendida el equivalente a varios miles de kilómetros recorridos en un diésel. Todo un órdago a la contaminación atmosférica.
En este proyecto de Transición Energética la regulación del transporte, que emite un 27% de los gases de efecto invernadero, juega un papel fundamental. Y en esta línea una de las ciudades más implicadas es la propia París, donde su alcaldesa, Anne Hidalgo, pretende eliminar todos los coches diésel (cuyas emisiones son además cancerígenas) de la ciudad en cinco años. Sí, cinco. De hecho, Hidalgo cree incluso que podrían evitar el paso a la ciudad a los vehículos más contaminantes. Y estas medidas ya están dando frutos, el 60% de los parisinos, por ejemplo, no tiene automóvil (en España hay 48 coches por cada 100 habitantes). Todas estas restricciones se compensarán a su vez con más de 200 nuevos kilómetros de metro rápido y carriles bici, de forma que la atmósfera de París, la de respirar, no la artista y bohemia, sea de nuevo un ejemplo para toda Europa, y no el peligro que suponía hasta ahora para los parisinos y los visitantes. En diciembre pasado, por ejemplo, el nivel de polución alcanzado en París equivalía a respirar el mismo aire que generan ocho fumadores en una habitación de 20 metros cuadrados. La contaminación atmosférica, de hecho, es la primera causa medioambiental de muertes prematuras en la UE. Y sin duda el compromiso en Francia, y especialmente en París, para evitar que respirar siga siendo un peligro es incuestionable.
Eso sí, la pega de este proyecto de Transición Energética es, naturalmente, el coste, que se estima en 10,000 millones en 3 años, aunque consideran que la economía verde podría generar 100,000 nuevos empleos, además de reducir la factura energética. Y, sea como sea, una cosa parece muy clara. En términos de transporte sostenible y de reducción de emisiones, los franceses vuelven a ir muy por delante. Touché.
¿Veremos algún proyecto de ese calado en España? En Andalucía en enero empezará a tramitarse la Ley Andaluza de Movilidad Sostenible, estaremos muy atentos a todos los detalles. ¿Veremos pronto un plan a nivel nacional? ¿Funcionará el proyecto de Transición Energética en Francia?
Pues trataremos de ir respondiendo a todas estas preguntas a la vuelta de las vacaciones, no nos vamos a aburrir en este año que entra. Mientras tanto,¡Felices Fiestas a todos!