La bici en las principales ciudades del mundo ya no es una moda, es una realidad sin vuelta atrás. La apuesta por el transporte en bicicleta de las grandes capitales, que arrastran a las demás tarde o temprano, es completamente decidida y sin marcha atrás.

Londres estima que en 2020 tendrán 1,5 millones de desplazamientos diarios en bicicleta, lo cual está incluso empezando a suponer un problema de espacio. Compartir las vías estándar con los coches supone un peligro para los ciclistas, pero por alguna parte tienen que circular este millón y medio de bicicletas diarias. Para solventar el problema Londres va a llevar a cabo el proyecto Skycycle, ideado por Norman Foster, que consiste en usar la antigua victoriana de ferrocarril elevado, que aún está en pie, para el uso de las bicicletas. O sea, un carril bici en altura, con unos 220 kilómetros en total. Y no solo eso, Londres también va a impulsar el London Underline, una red subterránea de carriles bicis, independiente del Metro, utilizando los numerosos túneles en desuso en la ciudad. Todo ello complementado con un súper carril bici (en superficie) de 25 kilómetros que atravesará completamente la ciudad de este a oeste, y al que ya llaman la “superautopista” de la bicicleta.

Por su parte, en París la alcaldesa ha anunciado una inversión de 150 millones en los próximos cinco años para desbancar a Amsterdam como capital de las bicicletas, intentando alcanzar un nivel del 15% de desplazamientos en bicicleta. Para ello han planteado 80 nuevos kilómetros de carril bici y cinco autopistas para bicicletas, de doble sentido y segregadas del tráfico normal. Para la mayor parte de las calles el tráfico se limitará a 30 km/h y la velocidad máxima en cualquier punto de la ciudad no pasará de 50 km/h, incluidas las grandes avenidas. En Nueva York, desde 2007 se han construido más de 500 kilómetros de carril bici, duplicando el número de ciclistas en cinco años.

En España la ciudad milagro se considera Sevilla, dónde se calcula que cada kilómetro de carril bici ha generado tres puestos de trabajo y dónde el servicio de bicicleta pública ha supuesto una completa transformación de la ciudad. Madrid, Barcelona, Valencia o Málaga ya disponen también de notables sistema de bicicletas públicas y de una apuesta, más o menos decidida, por el transporte en bicicleta. Andalucía tiene un Plan Andaluz de la Bicicleta, en ejecución. Sin embargo, a mes y medio de las elecciones municipales, las propuestas electorales no parecen que contengan todavía apuestas demasiado ambiciosas por la transformación del tráfico en las ciudades. Ni en términos de infraestructuras ni en términos de regulación. Por ejemplo, la limitación de velocidad a 30 km/h, como en París, para facilitar la convivencia con la bicicleta no requeriría inversión, tan solo se ha propuesto en Granada. A pesar de que incluso tendría beneficios en la reducción de la congestión y la contaminación, no solo por el mayor uso de la bicicleta.

¿Se está quedando atrás España en la transformación de las ciudades? ¿Es todo lo decidida que debiera ser la apuesta por el transporte sostenible? ¿Es una moda o una realidad la bicicleta en España? ¿Se está desinflando un poco el interés de las autoridades por la implantación de transportes limpios? La crisis además era un gran acicate para incentivar el ahorro en combustible y para evitar las costosas inversiones en las infraestructuras de transporte tradicionales, tanto públicas como privadas. Sin embargo, ahora que estamos saliendo de la crisis, ¿se olvidará el compromiso con el transporte sostenible? ¿Tanto desde un punto de vista público como privado? Ahora que quizá la gente vuelva a tener dinero en el bolsillo, ¿volverán al coche? ¿Es una moda o una realidad la bicicleta en España?