En la Semana Europea de Movilidad de 2018, Cinta Romero puso sobre la mesa un tema que siempre parece pasar desapercibido en los foros y estudios sobre movilidad y es de suma importancia si queremos realmente apostar por una ciudad y una movilidad sostenibles.
Ya Nadia Giuffrida (Italia) y Cloe Lecroere (Francia), me contaban experiencias internacionales recientes que trabajan la igualdad en el sector de la movilidad.
Y bueno, es algo que llevo viendo muchos años gracias a Isabel Oliva, María Cuello y Henar Martin cuando explotamos encuestas de movilidad o redactamos Planes de Movilidad, PMUS.
Todas ellas, me han inspirado y ayudado a escribir este post.
Lo primero sería recordar qué se entiende por movilidad sostenible.
Una movilidad sostenible es aquella que, además de un menor impacto ambiental, trata de hacer proyectos económicamente viables y busca alcanzar una equidad entre los diferentes grupos sociales…
Pero en esa equidad, ¿dónde quedan las mujeres? ¿dónde queda la igualdad de género? ¿es necesario hacer esa diferenciación y estudiar las pautas de movilidad de las mujeres?
Pues parece que sí, ya que numerosas investigaciones en diversos países hasta la fecha coinciden en un mismo hecho: “las pautas de movilidad de hombres y mujeres son diferentes”, aunque no debe pensarse en las mujeres como un colectivo homogéneo, pues hay factores que influyen como la maternidad, la familia, el lugar de trabajo, la edad, etc.
Y, ¿cuáles son esas diferencias? Las mujeres…
- Se desplazan más a pie y en transporte público.
- Proporcionalmente, tienen menos permisos y licencias de conducir y conducen menos. Sin embargo, ellas viajan en coche como pasajeras con mayor frecuencia.
- Se desplazan menos por trabajo, y más por compras y tareas asociadas al cuidado.
- Tienden a vivir más cerca de su lugar de trabajo.
- En sus desplazamientos, a menudo combinan varios modos de transporte, mientras que los hombres tienden a utilizar exclusivamente el coche.
- Realizan más desplazamientos con niños/as o cargadas.
- Viajan más fuera de los horarios punta.
En definitiva, puede decirse que la movilidad de las mujeres se caracteriza por un menor acceso al coche, y consecuentemente, una mayor dependencia del transporte público. Es decir, son usuarias cautivas.
¿Y a qué se deben esas diferencias? ¿qué factores inciden en la movilidad de las mujeres para que sea diferente?
Factor 1: Posición socio-económica o el lugar que ocupa la mujer en la familia y su entorno
En la mayoría de los hogares son ellas las que se ocupan de los trabajos domésticos que engloban tareas muy diversas como limpiar y organizar la casa, preparar la comida, criar a los hijos/as o el cuidado de otras personas dependientes, salir a comprar productos para consumo, a la escuela, etc. Lo que supone desplazamientos en horarios diferentes a los de los trabajos fuera de casa.
Y si las mujeres, además de ocuparse del hogar, tienen un empleo fuera de casa (doble jornada) presentan pautas de movilidad aún más complicadas que las amas de casa a tiempo completo y con dedicación exclusiva.
Por lo que, al final, en un intento de conciliar mejor la vida familiar y vida laboral, algunos estudios han puesto de relieve cómo las mujeres tienden a trabajar más cerca del hogar que los hombres.
Factor 2: Gestión del territorio y accesibilidad
El medio urbano no parece haber sido diseñado para responder a las necesidades de las mujeres, sino más bien para un usuario tipo (varón, empleado, con vehículo propio).
Y en el medio rural, a estos problemas de diseño, se une la escasez de infraestructuras y servicios. La principal desventaja de vivir en el medio rural es el transporte, imagínate si además éste no ha sido diseñado teniendo en cuenta a las mujeres y sus necesidades.
Factor 3: Seguridad en Transporte Público
La seguridad es uno de los factores con mayor incidencia en la movilidad de las mujeres y, además, es sin duda el que les afecta de manera exclusiva, y que también tiene mucho que ver con la posición inferior de la mujer en la sociedad.
Factor 4: Acceso al vehículo privado.
El porcentaje de mujeres que dispone de permiso de conducción y/o acceso a un coche como conductoras es inferior a los hombres, pues en muchos hogares con un único vehículo son los maridos tienen la primera opción para usar el coche, normalmente para ir a trabajar, y las mujeres van a pie, o tienen que depender de un transporte público no diseñado para ellas, o esperar que las lleven (acompañantes/pasajera), algo que las mujeres hacen con bastante frecuencia.
Lo que supone adaptarse a los horarios de quien conduce, lo cual resulta en una pérdida de autonomía de la mujer y en un notable esfuerzo por su parte para gestionar sus necesidades de transporte.
Ello se traduce en que las mujeres tienen menos posibilidades de utilizar el vehículo privado para desplazarse, lo que se refleja en estereotipos de género que condicionan quién puede conducir y en qué circunstancias.
Pero claro, conseguir la paridad con respecto al coche no resolvería ningún problema, al revés, haría nuestras ciudades más insostenible si cabe, por tanto, lo que debe plantearse son políticas correctivas, empezando por el fomento del transporte público, de manera que responda a las necesidades de quienes no conducen (principalmente mujeres) y sea atractivo para quienes sí lo hacen (principalmente hombres).
Ahora, bien ¿qué obstáculos encuentran las mujeres en el uso del transporte público?
Pues los mismos que los hombres, aunque algunos les afectan de manera especial como:
- El tema de la accesibilidad física y comodidad de los equipamientos porque, como ha indicado el compañero Antonio Tejada esta mañana todos somos PMR en algún momento (llevar bolsas, carritos infantiles, etc.) y, por otro lado, qué menos que la usuaria goce de un tiempo de espera y viaje cómodos en términos de espacio, temperatura y existencia de aseos.
- Por otro lado, la diversidad de tareas y los complejos desplazamientos que deben realizar las mujeres explican que, para ellas, el tiempo sea un recurso muy escaso y apreciado, razón por la cual exigen un transporte público rápido, puntual, eficaz y que favorezca la intermodalidad.
- Consecuencia de esa intermodalidad, es clave una política de transbordos adecuada.
- Cuidar los espacios y reinventar lo servicios para para que sean más seguros en el triple nivel: vehículo, parada y el acceso a la parada.
- El personal que trabaja en el Transporte Público y su trato no solo repercute en la sensación de seguridad de los viajeros/as, sino que además contribuyen a que la experiencia del viaje sea placentera, sobre todo para las mujeres con necesidades especiales.
¿Qué medidas se están tomando en otros lugares?
Vigo: Empezamos por España, donde Vigo es pionera en un servicio que permite a las mujeres solicitar en qué punto bajan del transporte público.
Alemania y Londres: Han vuelto a replantear la segregación por género en el transporte público, una medida que se llevó a cabo en estos países entre 1870 y 1970.
Además, en Londres en 2015 se lanzó una campaña para que las víctimas relataran sus experiencias, y una de las sorpresas es que la mayor parte de los incidentes no ocurren por la noche, cuando el alcohol es un factor que tener en cuenta, sino a las horas punta de la mañana y la tarde, con los usuarios vestidos para ir al trabajo.
Una sentencia típica por toquetear a una mujer contra su voluntad aprovechando la aglomeración de los vagones (el suceso más frecuente, aunque los hay más graves) es de seis meses de cárcel con libertad bajo fianza, y la incorporación del nombre del culpable al registro nacional de delincuentes sexuales.
Francia: También en 2015 Francia ha decidido adoptar un plan específico en contra de cualquier forma de violencia sexista en los transportes públicos: «Plan nacional en contra del acoso sexista y de las violencias sexuales en los transportes públicos», que incluye 12 medidas de prevención, acción y acompañamiento que se están implementando poco a poco en las ciudades francesas; entre esas, se destacan las siguientes:
- Campaña de carteles para incitar las víctimas o testigos a alertar las autoridades, acompañada con la presencia de una brigada con formación específica para localizar y arrestar a los delincuentes.
- Parada bajo demanda.
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Suecia: Otras medidas orientadas a permitir a las mujeres reapropiarse del espacio y la movilidad, es ofreciendo actividades exclusivamente para mujeres: en el Bryggeriet’s skatepark de Malmö, los lunes por la tarde están reservados para las chicas, para fomentar las mujeres en hacer skate (womenability.orga.), enseñar a las mujeres cómo manejar la bicicleta, que es un deporte aun dominado por los hombres (womenability.orgb).
Canadá: En Toronto, con el fin de entender lo que viven las mujeres cuando se mueven, se suelen hacer marchas exploratorias, que es una forma de participación ciudadana que consiste en recorrer la ciudad con las mujeres para apuntar los puntos problemáticos con motivo de exponerlos ante el ayuntamiento y así darles solución. Estas marchas han puesto en evidencia la necesidad de poner más luz en unas calles, o de instalar bornas de llamadas de emergencia. También ha permitido liberar la palabra de las mujeres, que sublevan que aparte de los problemas “físicos” también se necesita concentrarse en prevención y toma de conciencia.
Para construir ciudades adaptadas, hay que entender cuáles son las dificultades que pueden experimentar las mujeres al moverse en el espacio urbano.
Proponemos otras ideas como tener en cuenta en el diseño de ciudades los famosos “DOT”, Desarrollos Orientados al Transporte, donde el modelo urbano de planificación y diseño gira en torno al transporte público, construyendo barrios compactos, con diversos usos, y espacios públicos atractivos y seguros. Aceras más anchas.
Y si las mujeres se mueven más en los modos blandos, razón de más para seguir trabajando en la movilidad en bicicleta y a pie. Hay muchas mujeres que no saben montar en bicicleta, y es simplemente porque no se les ha enseñado, o han aprendido de mayores.
Otra idea es que se apueste por la conciliación, la de verdad, pues la que tenemos ahora es una conciliación a medias. Para ello, deben permitirse horarios flexibles e incluso en muchos casos, ¿por qué no? El teletrabajo. Hablamos siempre de mejorar la movilidad, pero, ¿y si la reducimos? ¿o la repartimos?
Participación de las mujeres en la gestión del transporte público
Y ya para finalizar, no puedo dejar atrás ausencia de la mujer en los procesos de decisiones o en la misma construcción de las ciudades.
Resulta que las ciudades, y por consiguiente la movilidad, está pensada por y para hombres. Coincidiréis conmigo es que es complicado encontrar mujeres en según qué empresas dentro del sector y en órganos de administración de empresas de transportes y administraciones responsables.
Os animo, especialmente a mis lectoras, a que opinéis.