Han pasado ya unos meses desde el fin del confinamiento y en Europa ya pasó el verano. Me preguntaba, ¿que ha quedado de todo aquello que prometía de bueno sobre la movilidad? Aquí van mis reflexiones:
Flexibilización y teletrabajo
Todo parecía muy prometedor, aunque se ha aumentado el teletrabajo y la flexibilización, no ha sido tanto como parecía.
Por una parte, se han tomado medidas que sí parece que invitan a ello, aquí te dejo con las recomendaciones para las universidades españolas
Si la capacidad de la instalación que garantiza la separación de 1,5 metros es inferior al número de estudiantes matriculados, la actividad no podrá desarrollarse de forma presencial en su totalidad y las universidades deberían tomar las medidas pertinentes para que se pueda llevar a cabo de forma online. Asimismo, si se dispone de los equipos de retransmisión adecuados, las universidades podrán optar por realizar la actividad presencial con los estudiantes con los que se cumpla la condición anterior y retransmitirla de forma síncrona vía videoconferencia para el resto de estudiantes matriculados en esa asignatura.
Aun así, se han producido avances interesantes. Como decía el ilustre Miguel de Unamuno “el progreso consiste en renovarse”. También decimos “renovarse o morir”. Pues algo nos hemos renovado.
En tan sólo unos meses, se ha invertido la tendencia y se ha pasado de unas tasas de teletrabajo en 2019 del 8,3% de la población activa al 30% actual (Periódico La Razón, Junio de 2020). En estos momentos, tres de cada diez personas han convertido su hogar en su oficina, al amparo de la pandemia global.
De esta manera, el virus ha colocado a España a un paso de su potencial de trabajo en remoto. Se estima que el 32,6% de los trabajadores españoles podría perfectamente desarrollar sus profesiones desde sus domicilios. Bien es verdad que he leído que volveremos a un 17% por lo que, al menos, habremos eliminado un 10% de movilidad innecesaria, porque si se deja de hacer, es que no era imprescindible.
Emisiones
Durante los meses de confinamiento debido a la COVID-19, la reducción de las concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2) en Barcelona y Madrid, las dos mayores ciudades españolas, fueron del 50% y el 62%, respectivamente.
De hecho, el confinamiento ha permitido un experimento único para analizar el impacto de la reducción del tráfico en la calidad del aire de estas dos ciudades, según un estudio elaborado por el investigador de la UPC José María Baldasano y publicado en la revista ‘ Science of the Total Environment ‘.
No obstante, desde que terminó el confinamiento, las emisiones están volviendo a los niveles equivalentes del verano anterior y solo están ligeramente por debajo como nos muestra la propia web del Ayuntamiento de Madrid.
Esto es preocupante además con las dudas de si seguirá la Zona de Bajas Emisiones (ZBE), Madrid Central. Una actuación que es absolutamente necesaria que se haga en la forma que corresponda, pero ineludible.
Tenemos que aprovechar la oportunidad y hacer ZBE en las principales ciudades al menos. No es cuestionable, es un problema de salud pública y deberíamos estar todos de acuerdo (incluidos los partidos políticos).
El transporte público
Los resultados de un estudio realizado por la Comunidad de Madrid muestran que, con datos a 10 de julio, la movilidad global está a un 82% de lo que sería habitual con 16,4 millones de viajes diarios.
El problema es que, de esos viajes, el 49,9% se hacen en vehículo privado, 4,3 puntos por encima de lo que sería habitual por estas fechas.
Los viajes a pie y en bicicleta suponen el 25% del total, es decir 4,5 puntos por encima de lo normal.
Por su parte, la movilidad en transporte público es el 12% del conjunto, 3,8 puntos menos de lo habitual en julio.
En este punto, según los datos facilitados por la Consejería de Transporte de la Comunidad de Madrid , el problema parece mayor pues el metro transportó un 45,8% menos de viajeros el pasado 14 de julio en comparación con un día equivalente del año pasado, lo que supone que apenas llegó al millón de viajeros. Esperemos que en parte sea porque sigue el teletrabajo.
Aquí no queda más que apostar por el transporte público como ya decía en mi post Balance positivo del Transporte Público Colectivo tras el confinamiento.
Otra cuestión importante que también comentaba en mi artículo Sistema Público de Movilidad Personal o SBP de Quinta Generación . Para ganarle la batalla al coche, además de dar una confianza sanitaria, es necesario convertir el transporte público en un sistema más rápido y accesible.
Si el sistema de transporte público no está integrado adecuadamente con otros modos, su accesibilidad se reduce básicamente a una distancia de 300-500 metros de la parada.
La idea es integrar el sistema de bicicletas y patinetes de la una ciudad o área metropolitana con el transporte colectivo, ya sea bus o metro.
Así, mejoraría la capilaridad de la red de transporte colectivo permitiendo un grado de cobertura que pasaría a 3.000 metros (diez veces más) mediante bicicletas y patinetes públicos eléctricos y bicicletas personales.
Espacios públicos, movilidad peatonal y bicicleta
Aquí si parece que de verdad algo están haciendo las ciudades o por lo menos están planificando.
Ya se ha popularizado gracias a París y al urbanista Carlos Moreno el término de la Ciudad de los 15 minutos.
Esta cuestión está muy relacionada con algunos de los principios de los Desarrollos Orientados al Transporte (DOT ) de los que tanto hablo, en concreto con la mezcla de usos.
En la encuesta que hicimos desde el Instituto de Movilidad hay una gran predisposición de la ciudadanía a que se apliquen medidas restrictivas al uso del vehículo y se potencien modos sostenibles gracias a la concienciación sobre salud y cambio climático.
¡Aprovechemos esta oportunidad¡
Y como siempre te animo a dar tu opinión.
Si quieres saber más sobre la movilidad en esta nueva era, te animamos a que te conectes hoy lunes día 21 de septiembre a las 18 horas (hora española) a nuestro webinar