¿Gratis el transporte? No, gracias

Desde que la ciudad de Tallin en Estonia implantó el servicio gratuito de transporte público, mucho se ha movido la prensa sobre esta cuestión. Unos hablando bien y otros no tanto.

En mi  artículo sobre los efectos perversos de las políticas tarifarias en el transporte público ya hablaba de los problemas que se generan con la gratuidad del transporte y las tarifas planas. Entonces me centraba especialmente en el caso de Madrid con su abono de transportes y los efectos perversos que generó en la movilidad.

Y creo que ha llegado el momento de volver a hablar de este tema de la gratuidad y dar mi opinión. Ya te adelanto que estoy en contra. Y ahora te explico las razones.

¿Cuál es el efecto real de implantar el transporte gratis?

Como se puede leer en el magnífico artículo de Ecomovilidad , el efecto real de la gratuidad en el transporte de Tallin fue el incremento real de solo un 1,2% de los viajeros.

Según un estudio realizado por el Real Instituto de tecnología en Suecia, del incremento de viajes que se producen, sólo un 10 o un 20% son de sustitución procedentes de un modo alternativo. La mayoría son de inducción. Es decir, nuevos viajes que se llevan a cabo que antes se hacían, por ejemplo, andando.

Te explico algunos casos del mal uso del transporte gratis:

  • Por ejemplo, gente que ve el autobús y aunque su destino está cerca, apenas a una parada, como es gratis, se sube.
  • Otro caso es que, antes, para ir al metro, que también estaba la estación a 500 m ibas caminando para no pagar dos veces. Como ahora es gratis, pues si ves pasando el autobús te subes.

Al final, es una demanda en cierta manera absurda que genera una necesidad de sobreoferta y, por tanto, de costes adicionales. Es decir, no solo ingresas menos, además, tienes que gastar más en la oferta si es que quieres dar un servicio de calidad.

Según el estudio de 2014 de Oded et all en Francia, Bélgica y Alemania se ha implantado la gratuidad en algunas ciudades. Pero también se ha constatado que es mejor aumentar el coste del coche que disminuir el precio del transporte público para conseguir una mayor demanda y un trasvase efectivo al transporte público.

Hay otros ejemplos emblemáticos como el de Roma de hace ya varias décadas que también fueron un fracaso.

En definitiva, el mensaje que quiero enviar es este:

Si bien se pueden hacer tarifas sociales a determinados grupos o de fidelización, la gratuidad completa no es aconsejable. Queda claro que lo que cuesta, se valora. En definitiva, quien paga, también cuida y puede exigir (Rainer Uphoff, 2018). La realidad del copago actual lo demuestra en Europa.

Y tú ¿qué opinas sobre la implantación del transporte gratis?

Marketing Libélula

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