Hoy te voy a sorprender con algo diferente en mi blog. Me presenté a un concurso literario de relatos cortos de movilidad en Sevilla del Consorcio de Transportes de nuestra área metropolitana, iniciativa que me pareció simpática.
Obviamente no gané, pero lo pasé bien escribiéndolo. Así que te lo comparto.
“Cada día iba en coche al trabajo a una fría multinacional desde Sevilla Este donde vivía, el barrio peor pensado para la movilidad sostenible.
Cuando salía a las 7 de la tarde de trabajar iba a hacer Spinning en un gimnasio situado en Santa Justa, la estación de tren, para quitarse el estrés, lo que no conseguía porque el monitor siempre estaba presionando para que todos se superasen continuamente.
No podía hacer amigos en el gimnasio, todos eran personas de vida agitada que se concentraban en lo que decía gritando el monitor. Cuando terminaban no tenían ganas ni de hablar y volvía a casa apenas con el tiempo de tomar algo y dormir para estar listo para el día siguiente. Años haciendo lo mismo y el estrés en realidad nunca disminuía. Un día se sentía cansado y se tomó la clase con relax. El monitor se volvió loco y empezó a llamarle la atención furioso porque no se esforzaba.
Fue cuando tomó una gran decisión: no volvería al gimnasio y empezaría a ir en bicicleta al trabajo para no dejar de hacer ejercicio. Pedro estaba apunto de cumplir los 50 años, medio siglo que se dice poco. Yendo en bicicleta, descubrió muchas cosas:
- Tardaba 10 minutos menos que si iba en coche.
- Descubrió Spotify y esa colección de canciones que tiene de los 80 que tanto le gusta.
- Llegaba sonriendo al trabajo y se iba igual.
- Descubrió a la gente, saludaba a muchos que luego le sonreían o charlaban durante el café de temas que no eran de trabajo.
- Curiosamente perdió peso al quitarse la ansiedad.
Y lo mejor de todo, descubrió a Carmen, aquella mujer alta, regordeta, siempre sonriente y positiva, que además tenía un escote y unas piernas estupendas. Aunque nada superaba a sus ojos y esa mirada cálida y bondadosa. Empezaron a verse en la hora del café. Ella teletrabajaba tres días a la semana y los otros dos iba en horario flexible fuera de la hora punta. Llegaba al trabajo en tren pues vivía en su pueblo, en Lora del Río. Así aprovechaba para leer, lo había leído todo. Ahora estaba con el puente de Alcántara su libro favorito.
Vivió un tiempo en Copenhague donde siempre se movía en bicicleta hasta que volvió por su amor de toda la vida a su pueblo natal donde estaba también su familia. Tenía tres hijas ya universitarias y se había quedado viuda hacía cuatro años. Pronto empezaron a verse los fines de semana. Alternaban el tapeo por la calle Sinaí con el Centro, caminando a todas partes.
Vendió su piso de Sevilla Este y compró uno en la céntrica calle José Laguillo donde empezó a vivir la ciudad y a descubrir cada rincón.
Pedro dejó su empresa y montó el Instituto de Movilidad, una escuela de formación online que le permitía gestionar su tiempo, teletrabajar y poder difundir el saber y la conciencia sobre la movilidad sostenible.
Además de feliz fue una vida y un amor Zero emisiones.”
Espero que te haya entretenido