En este artículo, analizaremos, partiendo de la experiencia personal y terminando con números y datos contrastados el impacto que tiene la bicicleta en Estados Unidos, la considerada una de las naciones más contaminantes del mundo y en la que el debate sobre el transporte sostenible es una cuestión cada vez más considerada.
Hace ya un año que tuve la oportunidad de pasar una maravillosa experiencia en los Estados Unidos durante casi medio año, un tiempo en el que además de aprender de una calidad de enseñanza muy envidiable, tuve la oportunidad de conocer de cerca esa cultura tan prejuiciada por parte de la sociedad europea.
Tuve la oportunidad de vivir durante un tiempo en el sudoeste americano, en eso que llaman la América profunda, dónde indios y vaqueros se perseguían unos a otros por los amplios desiertos de Arizona y dónde el único medio de transporte viable era un carro tirado por caballos. Esa era la américa que me esperaba, y no muy lejos de la realidad, casi que esa fue la América que me encontré.
Quizás ya no se peleaban indios y vaqueros, ahora se cobijaban bajo las siglas del Demócratas o Republicanos, tampoco había carros tirado por caballos, éstos habían sido sustituidos por sus enormes Trucks rancheras (o pick ups), expulsando humo por las ciudades como si no hubiese un mañana. Y es que, no hay nada mejor que una enorme pick-up, con unas enormes ruedas y con un enorme motor para ir a la universidad a mostrar cuán enorme es el poder de los americanos entre las chicas. En medio de todo este mar de humo, iba asumiendo cada vez más, que todo eso que se pensaba de los americanos era cierto, se confirmaba día a día.
Seguramente todo esto comenzó a cambiar el día que tuve la gran oportunidad de conocer al profesor Dr. David Boje. Con él tuve la ocasión de realizar un curso de sostenibilidad (Sustainable Management) permitiéndome conocer de cerca grandes proyectos y en especial, uno que me llamaba particularmente la atención: la implementación del uso de la bicicleta en el sudoeste americano. ¿Qué? ¿En el desierto? ¿A esta gente? ¿Pero este hombre está loco? ¿Pretende quitarles sus pick ups a los americanos y sustituirlas por bicicletas? Algo así fue lo que pensé en un primer momento, pero gracias al profesor Boje, pude comprobar que la sostenibilidad puede alcanzar cualquier materia y sociedad, incluso la de la América profunda, y es por ello por lo que me animo a escribir estas líneas.
Allá en el sudoeste americano, dónde el transporte público es muy limitado, por no decir casi nulo, y en el que el uso del coche está tan implementado en la vida diaria de sus habitantes, la inclusión de un sistema alternativo de transporte como la bicicleta, se antoja incuestionablemente necesario. Pero, ¿Cuánta aceptación tendría verdaderamente en la sociedad ese medio de transporte? ¿Qué coste conllevaría la implementación de un sistema efectivo? Y sobre todo, ¿Están dispuestos los americanos a colaborar? Pues bien, gracias a un estudio desarrollado por IBM, conocemos que un 37% de los americanos pagarían entre 10 y 20 dólares para reducir su tiempo de llegada al trabajo en 15 minutos y un 18% pagaría hasta 40 dólares al día, de este mismo estudio se extrae que los americanos piensan que si el tiempo que pasan en el coche fuese reducido, tendrían mayor tiempo que pasar con la familia y amigos (52%) o haciendo ejercicio (37%).
¿Qué pasaría si además de reducir el tiempo de llegada al trabajo o a la universidad, ahorrásemos unos dólares? Ya no hablamos de pagar por reducir nuestro tiempo en el coche, hablamos de reducirlo al máximo mientras fomentamos unos hábitos saludables con el impulso del uso de la bicicleta. ¿Y en términos económicos? Se estima que los residentes de Nueva York, ahorran 19.000 millones de dólares al año sólo porque dependen menos de los coches que otras grandes ciudades en los Estados Unidos. Citando al profesor Saelensminde (2004), los beneficios económicos de una inversión en una red ciclista en la ciudad se estiman ser al menos 4 o 5 veces su coste original, siendo una inversión más beneficiosa a la sociedad que otros medios alternativos. Sólo en el estado de Colorado, por ejemplo, la bicicleta lleva más de 1.000 millones de dólares a las arcas públicas.
Por otro lado, y en lo que respecta al comercio, podemos ver un claro ejemplo en el report publicado por la ciudad de Nueva York, Measuring the Street: New Metrics for 21st Century Streets, donde podemos observar como tras la construcción de un carril bici en la 9th Avenue, las empresas locales allí situadas pudieron beneficiarse de un considerable aumento de sus ventas en un 49% .
La bicicleta, cuyos beneficios ya han sido contrastados por gran parte de la sociedad americana, está siendo impulsada gracias a múltiples asociaciones y programas que son fomentados a través de las universidades de todo el país, aunque quizás no todo el territorio piense de la misma forma. Obviamente, la parte crítica a toda esta cantidad de datos e influencia de la bicicleta en la sociedad, pasa por una adecuada aceptación de la misma. Un impulso que ha de darse desde muy abajo y que va a venir influenciado en gran medida por la marcada diversidad que podemos encontrar en todo este país, dónde indios y vaqueros siguen peleando por su territorio, aunque quizás haya que plantearse: ¿no habrá llegado el momento de luchar en bicicleta?
Desde IMBIPAND te animamos a que nos comentes y expreses tu opinión sobre este tema: ¿Qué consideras necesario para la implementación de un sistema efectivo de bicicleta? ¿Crees que la sociedad es un elemento importante? ¿Crees en los beneficios económicos de la bicicleta? ¡Esperamos tu respuesta!